I
Van y vienen a
sangre fría
a pulso ciego.
Desde la espina
articulan el
resto de su cuerpo
e inician un fino
y perpetuo movimiento
de ola mansa a la
deriva
de ola mansa
en un fondo sin
orilla.
El mundo es un
inmenso desfile
de paisajes
nocturnos,
quebrados,
paisajes
obligados en sus ojos sin párpados.
Instante a
instante viven respirando
por la herida
en su costado.
A veces
suben la mirada y
anclan sus pupilas
en el fragmento
de un destello refractado.
Líquida
la luz
encandila
su silencio
áspero.
Nuestros peces sueñan
mucho más que un
pestañeo:
anhelan saltar
muy alto y comenzar
una larga
conversación con el sol.
*
*
A.M.P