III
(Weltschmerz)
La ceremonia consistía en
exiliarnos
hasta desconocer el
destierro.
Desde la ventana
el mundo nos hacía señas
con las manos gastadas.
IV
Un labio sobre otro y
otro y otro.
Las lenguas sin tierra se
juntan
y sólo saben callar
incendiar
la fe.
VII
Los cuerpos migran
y miden su tiempo en
pasos
(uno... dos… tres…
cuatro…
uno… dos…)
Algunos caminan errantes
y rezan, otros
sacuden su ropa con la
esperanza
de encontrar entre el
polvo un dios y despertarlo.
Nunca, nunca te pregunté:
¿Contaste vos tus pasos?
Cuántos son los
kilómetros
entre la lengua que
sucedió en vos mientras crecías y ésa
que encontraste en un
rincón de tu historia
y decidiste vestir
como una piel herida sobre
otra piel.
Tal vez es cierto, tal
vez la migración
es el fuego que nos junta
y el mismo que nos quema
cuando intentamos
sin saber
hacer hogar en el
movimiento,
guardar con descuido el
futuro
en un bolsillo
con leve indiferencia,
como se guarda un vuelto.
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